domingo, 22 de septiembre de 2013

Nikon D700 contra Nikon D800

Las Nikon D700 y D800 se encuentran en el segundo escalafón de Nikon, es decir la principal cámara por detrás de su buque insignia. Las cámaras que quieren ser profesionales pero a un coste aceptable.  Son las que me compro. Sobretodo porque los precios de las superiores me asustan. La Nikon D700 iba por debajo de la D3 y la D800 por debajo de la D4.  La D700 se presentó en julio de 2008 y la D800 en febrero de 2012 junto con una versión denominada D800E que elimina el filtro de paso bajo.

Lo diré de forma muy clara, he estado muy contento con mi D700 y estoy descontento con mi D800. Voy a explicar los motivos con los que intento reflejar mi opinión sobre las cualidades de una cámara.  

Dejé mi D700 por avería, tras.... ¡medio millón de fotos! (sí, no exagero), después de una visita al servicio técnico. La segunda visita parecía muy cara.

Antes de la Nikon D700 tuve una D300. La D700 me permitió hacer mejores fotos, sobre todo en mi especialidad, las artes escénicas.  Nominalmente tenía un diafragma más en la sensibilidad, llegaba a los 6400ISO contra los 3200ISO de la D300. Pero además, al ser el sensor más grande (es formato FX, o sea el 24x36mm de toda la vida) la calidad aumentaba.  Me atrevo a decir que soportaba dos o tres diafragmas más que la D300.  Y 3 diafragmas más supone poder hacer una foto cómodamente a 1/200 de segundo dónde antes te faltaba luz a 1/60.   En teatro y con una focal de 200mm es difícil hacer fotos a 1/50s pero en danza es imposible en la mayoría de las ocasiones (no en todas, dicho sea de paso).  Los estabilizadores en los objetivos ayudan, pero no solucionan el problema del todo, puesto que se trata de captar un instante en movimiento.

El aumento del sensor tiene otras mejoras en la calidad de las fotos, las ópticas buena se aprovecha mejor y usamos la focal de toda la vida, la de 35mm.

O sea, estaba contento con la Nikon D700 porque me permitía hacer mejores fotos, llegar a dónde no podía llegar con la generación anterior.  Así había sido en los casos anteriores.  La D300 me supuso una mejora importante de ergonomía y calidad sobre la Nikon D200.  Esta sustituyó a la D70s, la cámara con la que comencé la fase digital en fotografía y a la que consideré, inferior a mis cámaras analógicas anteriores (Nikon 801 y 801s). La D70s aportaba la ventaja de lo digital: posibilidad de elegir sensibilidad, tratamiento y archivo posterior, etc... pero la calidad en algunos casos quedaba por debajo del analógico.

Así que cada compra me supuso un paso para poder hacer mejores fotos gracias a la técnica.

Hasta que me compré la D800. Con ella terminó la evolución positiva. Puedo hacer las fotos más grandes, pero no captar más momentos.  La D800 aporta más megapíxeles.  Poco más.  Incluso se me antoja peor que la D700 en las situaciones extremas de falta de luz.  Justo las que me interesan.

Las fotos de mi Nikon D700 han servido para cientos de carteles.  Muchos de 70cms de altura, bastantes de 90cms, algunos superiores al metro y hasta uno de 4m.  Se supone que con la D800 puedo hacerlos más grande.  ¿Para que quiero una foto más grande si tiene más grano o más trepidación?.

¿Y el resto de prestaciones?  Pues ambas cámaras disparan hasta 1/8000s tienen menús parecidos y ergonomía bastante similar. La D800 mejora algunas cuestiones y estropea la elección de modos de autofoco.   El cambio importante es que la D800 aporta vídeo.  Creo que es cierto, porque un día lo probé, pero como no he llegado a ver el vídeo no puedo hablar mucho.  Y es que yo la uso para hacer fotos.

No quiero quitarle méritos a la D800, que tiene un sensor muy bueno, pero una cámara que 4 años después (4 años de nuestro tiempo de cambio tecnológico) disminuye algunas prestaciones a cambio de muchos megapíxeles y cuesta 2600 euros no me ha dejado buen sabor de boca.  

Una última observación.   El 99% de mis fotos se usan digitalmente.  Para webs y promociones digitales.  Tengo más de 40000 fotos en webs de compañías de teatro, danza, circo, páginas personales, mis propias webs, redes sociales, etc...  Algunas repetidas en múltiples ocasiones.  En una página web no se necesitan más de 2 megapíxeles.   En carteles, folletos, libros y otras publicaciones se usan más de cien fotos mías cada año. Ahí si se requieren entre 3 y 12 megapíxeles.  Y, claro está, se imprimen algunos centenares de copias, en tamaños que suelen ser de 20x30cms o menos, para los que suele bastar con entre 6 y 10 Megapíxeles.   No quiero despreciar el contar con más tamaño en las fotos, todo lo contrario.  Pero la verdad es que lo aprovecho poco. O sea, aún apreciando su importancia priorizo otros factores mucho más.

Alguien me dirá que para mis intereses lo ideal es una D4. Estoy de acuerdo. Pero una Nikon D4 cuesta 6000 euros. Más del doble y en este momento no me la podía permitir.

En resumen, y repitiendo lo que dije al principio. La D700 es una maravilla de cámara y la D800 un paso mediocre.  Espero que Nikon aporte algo mejor a corto plazo.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Por qué no firmo las fotos ... normalmente

Tengo la costumbre de no poner marca de agua o firma en mis fotografías.  He recibido algunas quejas por ello, así que voy a explicar los motivos.

El principal motivo es que no creo en la propiedad intelectual privada.  Considero que las ideas, el arte y los conocimientos deben ser de dominio público.  Con eso está todo dicho.  Y ahora algunos datos más.

Hago algunas excepciones.  Por ejemplo, las fotos de la Escuela de Teatro de Granada llevan su firma. Y de la misma manera algunas imágenes que he realizado llevan alguna referencia.  Suelen ser fotos de promoción de montajes escénicos.  En ese caso supongo que la foto debe dar publicidad de lo que pretendemos.  Pero salvo estos casos las fotos que hago suelen ir sin la correspondiente marca.

Cuando distribuyo el fichero JPEG lleva el metadato Autor relleno con 'JAC', que son mis iniciales.

Veo con buenos ojos que se me cite al distribuir la fotografía, cosa que habla de profesionalidad por parte de la persona que la distribuye.  Pero no me molesto cuando no ocurre.  No me preocupa en absoluto.

Incluso he llegado a ver una fotografía en la portada de un libro ... ¡firmada por otro autor!, cosa que atribuyo a un despiste más que a una mala intención.  

El libro en cuestión era 'Trilogías indigestas III' de la Editorial Alhulia y la fotografía en cuestión es de Juan Vinuesa en Perfect Human, con la compañía Teatreves Teatro, estrenada en el Teatro Alhambra.

 Por supuesto entiendo y me parece muy bien que otros fotógrafos hagan lo contrario, esto es, firmar sus fotografías o colocarles una marca de agua.  Me parece necesario para que comercialicen su trabajo.  Esto me lleva a otro problema del que hablaré en otro momento, el supuesto intrusismo que podemos hacer fotógrafos aficionados a los profesionales.

Supongo que alguien me dirá que mi postura es incompatible con la comercialización de fotografías y con el mismo hecho de querer vivir de esta profesión.  No lo estimo así.  Más bien pienso que en la era de Internet hay que buscar alternativas.

domingo, 1 de septiembre de 2013

En blanco y color



Puse este nombre, En blanco y color, a un pequeño trabajo que comencé en 2011 y aún estoy en ello.  Mi previsión es completarlo para el 2014. Bueno, por lo menos en una primera fase, porque estos proyectos pueden estar vivos durante mucho tiempo.


Son retratos de alumnas del conservatorio de Danza de Granada, en la mayoría de los casos en fondo blanco.  La idea es que tuvieran un recuerdo fuera de sus actuaciones. Como el escenario es negro, la caja negra del teatro, empleé la palabra blanco para contraponerlo y añadir la palabra color... para darle color.  

En blanco y color es pues una colección de fotos de recuerdos  de un montón de alumnas de danza con la intención de experimentar para dentro de unos años.

Y sí, repito la idea de que son fotos de recuerdo.  No he buscado tanto imágenes espectaculares sino reflejar personas.  Pero no quiero que la expresión de fotos para el recuerdo quiera parecer una excusa para que no se les pida calidad.  Se trata de concretar su objetivo, que se me antoja interesante y divertido.

Aunque algunas fotografías son llamativas, buscaba retratos simpáticos sin grandes pretensiones artísticas.  Si cuando fotografío me subordino a la obra que veo, en este caso el objetivo era la persona.  

Aunque hay cierta similitud entre unas y otras imágenes no he intentado reproducir una misma idea con las bailarinas, sino buscar algún detalle de su personalidad.



Si he acertado, dentro de unos años, allá por el 2020, espero que la galería sea un recuerdo de quienes compartieron muchas horas juntas estudiando danza. Entonces veremos los resultados del experimento.

Mi intención es hacerlo con otros colectivos.  Por supuesto algo parecido saldrá de mis reportajes en la Sala El Apeadero. Y del taller de danza Terpsícore, al que llevo haciendo fotografías desde 1991.

Iré recogiendo en el blog algunos de los reportajes para En blanco y color.  Eso me puede servir además para resolver uno de sus problemas: Elegir solo un par de fotos de cada bailarina, porque muchas veces me encuentro con una docena o más que me gustan.  Espero opiniones (principalmente de las fotografiadas)